Estos días están siendo duros para nuestros perros y para nosotros. Horas y horas sin salir, y cuando por fin salen a la calle, los paseos no pueden alargarse demasiado y, debido a que no podemos entrar en contacto con otras personas, tampoco ellos pueden jugar con sus amigos.
¿Qué podemos hacer para paliar las consecuencias?
Los paseos
Aunque no podamos alejarnos mucho de casa, no se ha estipulado un tiempo concreto para el paseo. Mientras dure el paseo de nuestro perro, no le metas prisa, déjalo olfatear y que marque el ritmo. Si tu perro tira de la correa, puedes empezar a utilizar un arnés pectoral, ahora que tienes más tiempo en casa puedes empezar a practicar dentro del hogar su uso, para que todo vaya bien fuera. Por otro lado, si no usabas una correa larga, empieza a hacerlo ahora, una correa de alrededor de tres metros es ideal para que el perro tenga suficiente espacio para alejarse.
Ejercicios de olfato
Hay varios ejercicios que puedes hacer con tu perro en casa para estimular el olfato. Olfatear relaja y entretiene a los perros, puedes utilizar una alfombra de olfato o bien unas sábanas para esconder trocitos de comida. Recuerda que el objetivo es que tu perro olfatee, si las ve, no está haciendo un juego de olfato. También puedes esparcirlas en un espacio cerrado, que pueda dejar en penumbras, para que no pueda encontrarlas con la vista. No le metas prisa, recuerda que es para relajarse. Si tu perro come ansioso, o si simplemente le gusta mucho su pienso, puedes dárselo en un juego de este tipo.
Juguetes tipo Kong, dispensadores y lickymatt
Puedes utilizar varios rellenos de distintos tipos de comida, de modo que tu perro pueda acabarse uno y continuar con otro. También los pueden acompañar de juegos de olfato, todo lo que te indico en este artículo puedes ponerlo en práctica de forma conjunta, el objetivo es tener el mayor tiempo entretenido a tu perro. Una lickymatt se puede untar con paté para perros, o comida húmeda, puede mantener entretenido a tu perro que se pasará horas tratando de chupar hasta el último pedacito de paté.
Jugar a las escondidas, la pelota, y el juego del tira y afloja
Jugar a las escondidas lo hemos hecho todos, esto es igual con nuestro perro y seguro que ya lo has practicado, simplemente has de esconderte en algún lugar cuando no se dé cuenta y hacer ruidos desde ahí o llamarlo suavemente por su nombre. El juego de la pelota, que normalmente se hace con una sola pelota, es mucho más útil con dos, si premias a tu perro tirándole la segunda pelota cuando te trae la primera, aprovecharás para enseñarle a traerla. En cuanto al juego del «tira y afloja» no todos los perros juegan a esto, quizá inicialmente tengas que tentarle con un nudo de tela o un trapo viejo; cuando lo agarre en su boca tira de él, y suéltalo para dejarle ganar; déjale ganar al menos un 85% de las veces. Después de estos juegos es conveniente relajar al perro, sobre todo en perros que se activan fácilmente y a los que les cuesta bajar revoluciones. Recuerda que con un juego de olfato puedes relajarle, y también con los juguetes antes mencionados.
Juegos de inteligencia
Los juegos de inteligencia requieren inicialmente de tu presencia e interacción para enseñar el funcionamiento al perro. Este, posteriormente, tendrá que ingeniárselas por sí solo. En los juegos de inteligencia es fundamental encontrar el nivel adecuado de dificultad, de este modo nuestro perro no se frustrará en exceso (si es demasiado difícil) ni se aburrirá (si es demasiado fácil).
Música relajante y películas para perros
Nosotros hemos utilizado música relajante para perros y personas que hemos encontrado sencillamente en Youtube. En nuestras camadas de cachorros, nos han sido muy útiles, normalmente no tardaban en dormir, a veces, acompañábamos la música de juegos de olfato. Las películas para perros las hemos descubierto hace poco, no son películas como tal, si no vídeos de naturaleza en los colores que los perros distinguen mejor y con sonidos llamativos para ellos, puedes encontrarlo en youtube. Para perros demasiado ansiosos o activos, tu televisión puede correr peligro, para perros como suelen ser los shibas, les tendremos atentos, observando la pantalla, sin mayor reacción que la curiosidad.
Masajes, caricias, y camisetas antiestrés
Para los perros que se encuentran particularmente estresados, un masaje en los homoplatos y el cuello puede ser realmente la solución, mantente atento a nuestra página de Facebook, pronto subiremos un vídeo sobre cómo hacer un masaje a nuestro perro. Por supuesto, las caricias y muestras de afecto también son muy reconfortantes para ellos y para nosotros, aunque si tu perro sufre hiperapego, te recomendamos que fomentes más su autonomía con juegos y juguetes en los que no te necesite para entretenerse. La camiseta antiestrés ejerce una presión en el cuerpo del perro que induce calma, inicialmente se utilizaban para paliar el miedo que producían las tormentas en algunos perros, actualmente sus usos son muy diversos; si tu perro está inquieto, el uso de una camiseta de este tipo puede ayudarlo.
Esperamos que estos consejos y herramientas os puedan ser de utilidad, escríbenos si tienes cualquier duda, necesitas ayuda para localizar estas herramientas, o quieres que te asesoremos para su uso, puedes localizarnos en Facebook, Instagram o al mail mononoawareshibas@gmail.com
Una de las dudas más frecuentes a la hora de elegir un perro, ya sea un shiba o no, es si debemos elegir una hembra o un macho.
Tan importante es elegir hembra o macho, como valorar el carácter del cachorro elegido, tanto el que manifiesta, como el carácter de sus padres. La herencia del carácter de los padres, y la educación en etapas tempranas, serán fundamentales en el desarrollo posterior de nuestro perro.
De forma general, las diferencias entre hembra y macho son:
Las hembras tienen el «celo» dos veces al año, en shibas, a veces esto se reduce a un único celo anual.
Los machos se ven afectados por el celo de las hembras de forma constante, a lo largo del año.
Los machos son algo más grandes y voluminosos que las hembras.
Un macho sin castrar habitualmente es competitivo y territorial con otros machos sin castrar. Las hembras no suelen ser competitivas entre ellas, a excepción de estar en «celo».
Los machos parecen tener mayor tendencia a explorar, y marcharse solos.
Mientras las hembras no necesitan cubrir amplias zonas marcando el territorio, a excepción de estar en «celo», los machos pasan gran parte de tiempo realizando pequeñas micciones por diferentes zonas.
Aunque nuestro shiba macho no busque activamente competir, otros machos pueden buscarlo al detectarlo, problema que no suele ocurrir con hembras.
Los machos parecen concentrarse menos en el entrenamiento fuera de casa, debido a que están muy influenciados por la presencia de hembras en celo, o de otros machos.
Los machos suelen ser más activos, y obstinados.
La influencia de la testosterona en machos supone un reto importante en la adolescencia (alrededor de los 6-8 meses) del perro.
Hay otros comportamientos bastante habituales en esta raza, que se dan independientemente del sexo del shiba:
Protección (agresiva) de recursos: tendencia a evitar que otros perros o/y personas se acerquen a uno o varios recursos que el perro considera valiosos, por ejemplo, un trozo de comida, un juguete, etc. Normalmente lo hacen porque consideran que el recurso les va a ser arrebatado.
Territorialidad frente a otros perros en el hogar: tendencia a no aceptar la llegada a casa de otros perros. Generalmente, a ningún perro le parecerá muy natural que repentinamente otro perro entre en su casa, en el caso del shiba esto puede ser algo realmente peligroso, e introducir otro perro ha de ser algo planificado y progresivo.
Poca tolerancia a cachorros: cuando nuestro shiba ya es adulto, se puede mostrar antipático y jerárquico con cachorros.
Escapismo: tendencia a marcharse a explorar, pudiendo estar fuera de nuestra vista durante horas, y volver de nuevo solo a casa. (Generalmente, para que esto no ocurra hay que entrenar con nuestro shiba desde cachorro).
Baja tolerancia a perros impetuosos: su forma de mostrar esta intolerancia puede ser sutil (ignorar al perro), o tajante (gruñido, mordida de baja intensidad). Si no se respeta su necesidad de espacio o el shiba tiene problemas de gestión emocional, puede ser realmente violento.
Baja tolerancia a niños: esto no quiere decir que sean agresivos con los niños, sencillamente, por el carácter imprevisible de los niños y, generalmente, invasivo, los shibas suelen huir del trato con ellos.
Poco interés en ejercicios de obediencia: el shiba no tiende a obedecer para agradar a sus dueños, necesita una rutina de entrenamiento, constancia, motivación y colaboración. Además de un vínculo afectivo fuerte y solido.
Tendencia a la introversión: tanto hembra como macho pueden ser realmente amorosos y efusivos, pero esto no será algo constante, un día pueden recibirte en la puerta de casa, y al siguiente esperarte tumbado en el sofá. En general, salvo su familia, al shiba le es indiferente cualquier otro ser humano.
En muchos casos la pregunta finalmente es, si castrar o no al shiba para que no muestre el tan temido comportamiento en machos. La castración para evitar esta casuística asociada a la testosterona (entre otras hormonas), se suele hacer en torno a los ocho meses. Sin embargo, una castración no es inocua, puede tener efectos nocivos a medio/largo plazo, por lo que es preferible no someter al perro a una intervención quirúrgica si no es necesario.
Este artículo desglosa una serie de características de forma general, y como toda generalización, no recoge los casos particulares.
Si todavía tienes dudas, no esperes para preguntarnos 🙂
El juego en el Shiba es impetuoso, puede confundirse con un conflicto o, por el contrario, una situación de conflicto puede parecernos un juego.
Generalmente, los perros emiten una serie de señales cuando están tensos, o consideran la situación potencialmente conflictiva. Dichas señales pueden tener como objetivo apaciguar al otro, o comunicar enfado.
En el shiba, como en otros muchos perros, las señales para calmar al otro más frecuentes suelen ser: bostezar, apartar la mirada, rehusar el contacto frontal, alejarse y, en ocasiones, invitaciones al juego, e incluso acercar zonas sensibles a las fauces del otro perro, por ejemplo: la tripa, el costado, o el cuello. Cuando el otro perro las comprende y respeta, adecua su juego, y/o emite también dichas señales en respuesta.
El perro va a mostrar su enfado, si esas señales se ignoran o no siente que le estén dando resultado. Mostrará su enfado con la intención de ser comprendido y no tener que pelear. Algunas señales de enfado pueden ser: encoger/tensar los belfos, belfos temblorosos, mostrar los colmillos, a esto le suele acompañar una posición rígida, pelo del lomo erizado, vigilancia extrema hacia el otro perro, mirándolo fíjamente. Mantengamos presente que el perro llegará a esta situación si no ha podido evitarlo, y si se sigue sintiendo en peligro, acorralado, o demasiado desconfiado para darse la vuelta, es probable que ataque.
Ami jugando con Balrog
Si ha sido regañado o castigado severamente por gruñir y anunciar su enfado, es muy probable que no muestre señal alguna y directamente muerda.
Los que tenemos shibas sabemos que les gusta jugar salvajemente, como vimos en la entrada anterior, entonces, ¿cómo sabemos cuándo están jugando o no, si habitualmente gruñen y pueden dan mordiscos de baja intensidad*?
Un juego se está convirtiendo en una situación tensa, o sencillamente no es juego cuando:
Uno o varios perros son perseguidos y muestran constantemente señales de apaciguamiento y/o enfado que no son respetadas.
El supuesto juego solo sube de intensidad, no baja, no se dan tregua, los gruñidos y «marcajes» van en aumento, se sitúan a dos patas y no se lateralizan (ponerse de lado).
Comienzan a poner la orejas hacia atrás mientras sacan los dientes, y permanecen en esa posición, con la cola a media altura o baja.
Un perro se sube encima de otro incesantemente, poniendo su cabeza con insistencia sobre el lomo, cuello o morro del otro.
Algunos perros son particularmente sumisos (algo poco frecuente en shibas) y se encogen, como si trataran hacerse pequeños, pudiendo llegar a orinarse. El perro que realiza esa conducta está incómodo o/y se siente intimidado.
Varios perros rodean a un cachorro que se sienta o se encoge y ocasionalmente sale corriendo en busca de sus tutores o un cobijo. Es muy habitual que algunos cachorros muy jóvenes gimoteen e incluso berreen cuando otros de mayor envergadura se les acerquen. Este «grito» es una forma de pedir protección y no debe ignorarse.
Cualquier situación de abuso, o en la que solo o exclusivamente hay gruñidos, marcajes y comportamientos violentos, sin ningún tipo de invitación a juego, ni señales descritas en el artículo anterior.
Nuestra querida Ami, firme con los cachorros
¿Cuándo es juego?
Cuando la intensidad no aumenta indefinidamente
No hay un perro abusado y un abusador, los perros del juego se buscan los unos a los otros, el que es perseguido cuando cesan de perseguirlo acude de nuevo a incitar al juego a su perseguidor y viceversa o, si no le apetece seguir, se tumba tranquilamente, coge un palo, olisquea, vuelve con sus tutores, o hace cualquier otra acción relajada.
Hay respeto, si algún perro emite las señales descritas, el otro actúa en consecuencia.
No hay monta: si un perro monta a otro como si estuviera en un videoclip de reageton, no está jugando. Si además el perro que es montado le está mostrando su enfado al otro y no es respetado, el perro está sufriendo abuso y puede atacar, o entrar en indefensión.
Los perros implicados en el juego son capaces de estar juntos sin morderse constantemente o gruñirse, el gruñido y marcaje en el juego del shiba es frecuente, pero no constante.
Haru de Mono no Aware, alma de modelo 🙂
Machos sin castrar que (supuestamente) están jugando.
Los machos sin castrar a menudo parecen jugar cuando en realidad están entrando en una escalada de hostilidad. La intención es no llegar a pelear, pero si ninguno abandona dicha escalada puede darse una pelea violenta y desagradable.
Algunos shibas machos (sin castrar) directamente ignoran a cualquier otro macho sin castrar, y no les interesa en absoluto la batalla por el poder. En ocasiones se interpreta esto como algo amistoso y se lo define como «si se llevan muy bien», cuando en realidad, no se llevan. Son capaces de estar en el mismo espacio sin competir, lo cual es muy positivo, pero la entrada de una hembra en celo, o la presencia de un recurso interesante, podría cambiarlo todo.
¿Qué hago si no tengo claro si mi shiba está jugando?
Si necesitas asesoramiento profesional, no dudes en contactar con nosotros a través del mail mononoawareshibas@gmail.com o al teléfono/whatsapp: 644726146
En nuestra página de Facebook compartimos fotos y vídeos, en muchos de ellos podéis ver a shibas jugando.
También puedes visitar nuestro Canal de Youtube, quizá uno de los vídeos que ilustran bien el juego, pueda ser este entre la cachorra Samsara (Husky) y Ukiyo (Shiba)
En ocasiones cuando estamos entrenando con un shiba y está respondiendo muy bien y aprendiendo rápido, vemos algunos retrocesos en particular en los ejercicios que implican acercarse a la persona que lo llama. Por ejemplo, el perro acude correctamente a la llamada, pero cuando nos agachamos para acariciarlo, recula.
Momo, de Mononoaware
Esto suele suceder cuando ya no estamos premiando con comida, ni con juguetes, sino con caricias y refuerzo afectivo. En nuestras clases lo detectamos con rapidez, y en muchas ocasiones lo prevenimos comentando esta cuestión por adelantado.
¿Qué hace que nuestro shiba recule o, como solemos decir los shiberos, «nos haga la cobra»?
A menudo, cuando queremos felicitar a nuestro perro lo que hacemos es ir hacia él, agarrarlo y obligarle a recibir caricias. A veces nos inclinamos hacia delante gritando «muy bien», contentos y felices porque nuestro shiba ha acudido a la llamada de forma impecable. Nuestro shiba en muchos casos está deseando que le liberemos para volver a oler aquello que ha dejado a medias, para darse una carrera o simplemente para tumbarse en el césped o volver a jugar con sus amigos. Sin embargo, nosotros, en nuestro entusiasmo, le damos palmaditas en la cabeza o similar.
Si bien muchos perros son extremadamente efusivos y cariñosos y reciben con alegría las muestras de afecto por invasivas que sean, en general no es el caso del shiba. Hay muchos perros, de todas las razas y tamaños, a los que esto les desagrada.
Decir qué debemos hacer en estos casos solo a través de un artículo es imposible, puesto que dedicamos gran parte del tiempo y de las prácticas a comprender en lenguaje corporal del shiba y al vínculo afectivo, que está muy relacionado con este tema. Sin
Allaikhas Balrog
embargo, me gustaría dejar algunos apuntes:
Cuando entrenes con tu perro y le felicites solo verbalmente, da unos pasos para atrás, si quiere tu afecto se acercará a ti.
Cuando hagas cualquier ejercicio con tu shiba, y recule, mire incesantemente a otro lado, se ponga oler, bostece, o incluso se tense, piensa que es muy probable que estés siendo invasivo.
Si no ha querido tus caricias no lo agarres y le obligues.
Piensa que si quieres premiar a tu perro, realmente tienes que asegurarte de que lo estás premiando. Si cuando tu perro acude correctamente a la llamada, o hace cualquier otro comando correctamente, el premio es agarrarlo y obligarlo a recibir caricias, no lo estás premiando.
Gran parte de los shibas se caracterizan por ser mimosos «cuando ellos quieren»: ¡Haz que quieran! Y si no le apetece, deja que se marche. Tú mejor que nadie sabes cuándo está pidiendo mimos.
Saiko, de nuestra amiga Olga
Si necesitas información, ayuda, tienes dudas, o cualquier comentario sobre este artículo o el mundo del shiba, no dudes en ponerte en contacto con nosotros a través del email: mononoawareshibas@gmail.com
Las alfombras de olfato se están popularizando entre los que compartimos nuestra vida con uno o varios perros. Se usan para entretenimiento de los canes que utilizando su sentido más desarrollado, el olfato, tienen que localizar trozos de comida escondidos en la alfombra.
Una alfombra de olfato sencilla que podemos hacer nosotros mismos es el modelo básico, de trapillo, de la foto anterior.
Para realizarla, necesitamos una malla de plástico (anchura de cada celda ideal no superior a 1 centímetro), rollos de trapillo de diferentes colores, tijeras y, opcional, una aguja de ganchillo.
En primer lugar tenemos que tener recortado el trapillo en tiras de unos catorce centímetros aproximadamente.
La malla deberá estar cortada con el tamaño que queramos que tenga nuestra alfombra, ya que la malla será la base de la misma. Es importante que los lados queden lisos cuando lo recortemos, para evitar que los perros puedan hacerse daño. La malla utilizada únicamente para el tutorial, como podéis ver no tiene los lados rectos, es importante recortar todos los salientes a la perfección y evitar los picos que veis en la foto.
El objetivo es anudar cada trapillo de forma correcta en cada lado de cada celda. Según la anchura utilizada de trapillo, y la anchura de cada celda, quedará más o menos tupida nuestra alfombra.
El trapillo se anuda de la siguiente manera:
Cada nudo ha de ir bien apretado para evitar que se suelte. Según vayamos rellenando, veremos como va cobrando la apariencia de alfombra que deseamos.
Es importante tener en cuenta lo siguiente:
La alfombra de olfato se debe de utilizar exclusivamente para realizar un juego de olfato. El perro, cuando termine de encontrar todos los trozos de comida, o chucherías caninas, podrá continuar olisqueando en ella, no obstante, cuando haya perdido el interés la retiraremos para volver a usarla, o para guardarla.
No es recomendable dejar la alfombra como un juguete más, puesto que además de arriesgarnos a que el perro la destruya, no se trata de un juguete más, sino de un instrumento para un juego concreto.
Se debe utilizar trozos pequeños de chucherías caninas o alimento seco, para evitar ensuciar en exceso la alfombra o que el perro, si es ansioso por la comida, trate de ingerir los trapillos.
Una misma alfombra no debería utilizarse para dos ó más perros al mismo tiempo, puesto que el ejercicio debería ser individual, para otorgar al perro el tiempo y espacio necesarios para relajarse y encontrar las chucherías. Si tienes varios perros, asegúrate de que cada uno la use de forma individual.
Puedes ver un vídeo-resumen del uso de una alfombra de olfato aquí
Espero que el artículo sea de utilidad, podéis hacerme llegar cualquier duda o sugerencia en los comentarios.
El Shiba es una raza de pequeño tamaño, pero de gran energía. Sus particularidades, su carácter singular, su belleza e incluso su terquedad, hacen del shiba un perro atrayente para muchas personas, y un gran reto.
Los principiantes en esta raza pueden encontrarse perdidos, cuando su cachorro empieza a cambiar y volverse impredecible. Incluso cuando ya hemos tenido otros perros, nos puede parecer que todo lo que supone un shiba, es un mundo nuevo dentro del mundo del perro.
Por este motivo, quería hacer este artículo, enumerando brevemente las etapas por las que pasa un cachorro de shiba en su crecimiento. Son etapas generales, y cada ejemplar como individuo presentará sus propias particularidades, de las cuales hay que estar atento para comprenderlo mejor.
Del nacimiento al destete (0-2, 2.5 meses aproximadamente)
Esta etapa está caracterizada por el apego a su madre, que es fuente de seguridad, alimento, calor, y protección. El cachorro es un pequeño bebé de shiba que estará incómodo y estresado si es separado de su madre. A esta edad se puede realizar algún ejercicio de estimulación temprana, y a partir de los quince días, cuando abran los ojos y empiecen a explorar, podemos empezar a habituarlo a estar en contacto con personas. A medida que empiecen a andar, si hay otros animales, equilibrados y sanos, en casa, podemos dejar que se conozcan.
Las experiencias desagradables que ocurran en esta etapa van a ser importantes para el resto de su vida, y también las experiencias agradables. Por ese motivo, es esencial que las personas que se encarguen de los cuidados del cachorro y su madre, sean delicados, atentos, cariñosos, y respeten el tiempo y el espacio de los cachorros y de su madre.
Lo ideal es que se le ofrezca comida solida a partir del mes y medio, y que sea la propia madre la que realice el destete progresivo. Los cachorros que no han tenido contacto con personas en esta etapa, o ese contacto no ha sido positivo, han estado en un entorno ruidoso o imprevisible, han sido separados de la madre por los motivos que sean, o han recibido una estimulación temprana inadecuada (como por ejemplo manipulado excesivo), pueden presentar problemas en el futuro para confiar en el entorno y las personas.
Infancia (2-6 meses)
Habitualmente se entrega a los cachorros a los dos meses, o incluso menos. Lo recomendable para su salud física y psicológica, y la de su madre, es que sean entregados cuando se ha completado el destete. En este punto, la madre no los echará de menos, y el cachorro también podrá afrontar su vida con su nueva familia. Si sus primeros meses de vida han sido una experiencia agradable, deberías tener un cachorro enérgico, con muchas ganas de jugar, y afectuoso. Tenemos que tener en cuenta que el cachorro de Shiba no es tan apegado como el de otras razas, a menudo solo acepta caricias cuando es él quien toma la iniciativa. Son cachorros que tienden a jugar solos, por lo que es importante encontrar la manera de interactuar con ellos, para crear un vínculo afectivo solido. No obstante, no debemos agobiarnos con esta cuestión, pues el propio cachorro se acercará a nosotros, en especial cuando se haya cansado de jugar o esté somnoliento, un buen momento para mostrarle nuestro cariño.
En esta etapa, es de vital importancia no invadir su espacio, es decir, dejar que el lugar donde duerme y come sea solo para él. Si nos empeñamos en cogerlo en brazos o acariciarlo en contra de su voluntad, es altamente probable que nos muestre un gran y constante rechazo en cualquier faceta de su vida hasta que vuelva a confiar en nosotros. Las malas experiencias con personas u otros animales las generalizará rápidamente, desarrollando aversión, y posiblemente una fuerte reactividad.
Aunque los shibas son muy cuidadosos, romperá cosas como cualquier cachorro, en particular las que dejes por el suelo, ya que no comprenderá porque algunas cosas del suelo son suyas (juguetes) y otras son tuyas (por ejemplo las zapatillas). En esta etapa se recomienda empezar a acudir a un Educador canino si se tiene cualquier confusión o conflicto que en poco tiempo se acrecienta y agrava. Se recomienda también realizar ejercicios de control de mordida, iniciar el preadiestramiento, acudir a grupos de socialización de cachorros, y realizar actividades diversas con el cachorro, tales como juegos de olfato e inteligencia, en las cuales interactuémos con él de forma colaborativa.
Hay que huir de la idea de presentar todo tipo de perros a nuestro cachorro, es mejor que conozca pocos y equilibrados, que muchos e impredecibles o agobiantes.
Adolescencia (6-10 meses)
Entre los seis y los diez meses comienza una etapa en la que observamos a nuestro perro más susceptible, inquieto, envalentonado y con más iniciativa a la hora de explorar, salir, y conocer otros perros. Empieza a alejarse más que de costumbre cuando pasea suelto, y comienza a manifestar comportamientos que antes no habíamos observado, como conducta de monta, territorialidad, y algunas reacciones desproporcionadas ante otros perros, mostrándose en ocasiones irascible. En esta etapa los machos ya levantan la pata para orinar, o empiezan a hacerlo, y hemos podido observar que otros machos no castrados han cambiado su comportamiento con nuestro shiba; y las hembras, que también empiezan a orinar como marcaje, tienen su primer celo, y parecen menos sociables y juguetonas con perros y personas desconocidas.
Es una etapa explosiva caracterizada por cierta rebeldía y en la que tendremos la impresión de que nuestro shiba a «desaprendido» todo aquello que le habíamos enseñado desde el momento en que llegó a la familia. Es un buen momento para recuperar la rutina de entrenamiento o, si no la ha tenido, empezar a introducirla poco a poco. En esta etapa tendremos que estar muy pendientes de nuestro shiba, ser cuidadosos con los lugares en los que vamos a soltarle, y observadores. Es especialmente importante evitar conflictos en esta etapa ya que podría desembocar en reactividad. Detectar los comportamientos agonísticos en otros perros es de gran utilidad.
Cambiar las rutas que realizamos normalmente en el paseo, y los lugares que visitamos, así como introducir nuevos juegos y juguetes en la vida de nuestro perro, lo pueden ayudar a mantenerse motivado y a canalizar la energía y estrés producido por los cambios hormonales.
Por supuesto, si alguna situación se escapa de control con frecuencia, o sencillamente se quiere asesoramiento profesional, es mejor acudir a un educador en esta etapa antes de cualquier problema se convierta en algo habitual.
Joven (10-16 meses)
En esta etapa ya podemos determinar con bastante seguridad el carácter de nuestro shiba, sus preferencias en cuanto a compañía (perros amigos, y enemigos), «manías», juegos preferidos, etc. Aunque continúan algo hiperactivos, ya no nos sorprenden con comportamientos nunca antes vistos, y más o menos «les vemos venir» en sus «malévolos planes» de escapada, combate, o trastada sorpresa.
Si las anteriores etapas se han desarrollado sin incidentes, nuestro shiba, aunque terco e independiente, estará muy unido a nosotros y entenderá perfectamente lo que le pedimos (otra cosa será que se haga el sordo).
En esta etapa, si hemos decidido esterilizarlo por motivos de salud u otros motivos de peso, será el momento ideal para hacerlo.
En cuando a educación, si para esta etapa no hemos resuelto los problemas o vicios de comportamiento que hayan surgido, ya estarán bastante consolidados, en especial si ha aprendido a utilizar e gruñido o el marcaje (mordida de baja intensidad) como herramienta para conseguir algún determinado fin, o evitar alguna determinada imposición.
El shiba tiene fama de agresivo por su tendencia a resolver cualquier situación alejando aquello que le atemoriza o molesta gruñendo o marcando, sin embargo, si trabajamos correctamente el origen de esta conducta nuestro shiba será el primero en darse cuenta de que tiene mejores opciones que la agresividad.
Adulto (16 meses en adelante)
Es la etapa más estable y tranquila, salvo que nuestro shiba padezca algún tipo de trauma, problemas de salud o/y estrés crónico.
Hachiko, de Israel Aparicio
En la edad adulta el entendimiento entre nuestro shiba y nosotros debería ser pleno. Los comandos que le hayamos enseñado ya han pasado a formar parte del vocabulario que utilizamos con nuestro perro, y él también sabe cómo hacernos entender lo que necesita y lo que le molesta. Si esto no es así, tanto nosotros como el perro nos sentiremos frustrados en diversas situaciones.
En esta etapa podemos tener la sensación de que lo que no hayamos conseguido de nuestro shiba ya no lo podremos conseguir aunque esto, por supuesto, no sea cierto. Nuestro perro probablemente sienta algo similar sino idéntico al tratar de comunicarse con nosotros, y si cuando trata de hacerlo la comunicación no se establece, se rendirá y nos parecerá que «nos ignora» o «va a su bola». La comunicación y la confianza es importante en cualquier relación. Una mala comunicación en el caso del shiba puede resultar catastrófico y altamente destructor del vínculo afectivo. El shiba tomará las riendas en cualquier contexto si se siente desamparado, y lo hará de forma impetuosa y, si lo cree necesario, muy hostil. Es importante que en todas las etapas anteriores hayamos establecido una rutina de entrenamiento, confianza, una comunicación correcta, y una serie de hábitos que hagamos con gusto, sin estrés, siendo fundamental el paseo.
Un shiba adulto equilibrado es un perro pacífico, sereno, inteligente, y que rehusa cualquier tipo de conflicto en general (salvo que otro perro inicie el conflicto). A pesar de su fama de escapista, si se lo ha entrenado de forma motivadora y flexible, en lugar de rígida y basada en la sumisión, no tendremos que preocuparnos de posibles fugas.
Edad anciana (10/12 años en adelante)
Totoro, 10 años, click aquí para ir a la fuente de la imagen
Es difícil determinar a que edad podemos considerar a nuestro perro como anciano. Uno de los problemas, en mi opinión, de empezar a considerar a nuestro perro como anciano, es que empezamos a ver limitaciones en su actividad física y mental, que quizá todavía no existan o que, de existir, no son pretexto para abandonar las actividades que requieran algún tipo de esfuerzo. Esto no significa que tengamos que obligar a nuestro shiba a hacer ejercicio, solo quiere decir que en esta etapa sigue siendo muy importante mantener la motivación y una correcta estimulación mental y física.
La característica fundamental de la edad anciana es el deterioro acelerado, tanto físico como mental, de nuestro perro. Se vuelve más contemplativo, algo huraño, pierde en cierta medida su carácter autónomo y, a menudo, trata de decirnos con su mirada insistente que algo le molesta o le duele. Empezamos a interpretar que es mejor que los paseos sean cortos para que no se canse, y no le compramos juguetes nuevos porque parece que le da igual. A él le cuesta más hacer algo fuera de la rutina y nosotros no se lo pedimos porque creemos que es una molestia para él, esto es un error.
En esta etapa nuestro ritmo tiene que adaptarse al perro, y dede luego tendremos que tener mucha más paciencia y comprensión. No podremos exigirle como lo haríamos con un perro joven, pero es importante dedicarle tiempo, continuar haciendo paseos en los lugares que le gusten y conocer lugares nuevos, seguir jugando con él, realizando un entrenamiento adaptado, y manteniéndole motivado.
Mantener viva la llama del shiba impetuoso y curioso que hay en él es imprescindible.
Esperamos que os haya gustado y sido útil este artículo, si quieres más información o solicitar nuestros servicios de educación canina, contacta con nosotros:
Muchos de nosotros queremos que nuestros perros se bañen en el río, lago, playa, incluso en nuestra piscina. Es raro ver a un shiba arrojarse al agua, salir y entrar plácidamente. Lo más habitual es que se muestre receloso y, a lo sumo, que entre y chapotee.
En muchas ocasiones nos dirán que «los perros saben nadar», y que por eso «ningún perros se ahoga». Los perros, en general, saben mantenerse a flote, pero si no han aprendido a nadar, se mueven de forma abrupta, arrítmica, se angustian y salen sofocados del agua, aunque existen razas que tienen una destreza particular para nadar sin que nadie les enseñe.
En el caso del Shiba, salvo si ha sido habituado desde cachorro, el agua le producirá desconfianza, lo cual no le impedirá aproximarse y darle una oportunidad, dado su carácter aventurero y su natural valentía.
Es importante tener en cuenta que no van a reaccionar igual en cualquier forma de presentarse el agua. En ocasiones hay quien piensa que su perro va a responder bien en la ducha, porque le gusta mucho meterse en ríos o charcos; no tiene nada que ver. A continuación, paso a comentar la reacción habitual del shiba (y probablemente de muchos perros), en diferentes contextos en los que está presente el agua:
El momento del baño
Circulan por la red vídeos de shibas en el baño, relajándose mientras los enjabonan. También shibas dando gritos como si el champú fuera una condena a muerte. Por lo general, les resulta desagradable y huyen del baño. Esto se produce aunque adoren los charcos o los ríos. ¿Por qué ocurre? Normalmente nuestro perro acude a su primer baño ignorando por completo lo que va a ocurrir; de forma repentina se ven introducidos en la ducha/bañera, y el agua cae a chorro desde una especie de serpiente metálica y, para colmo, no les dejamos salir. La primera experiencia con el baño suele ser traumática y condiciona todas las demás. Para evitar esto, sería lo mejor realizar un proceso para positivizar el baño, y los elementos que vayamos a utilizar en el mismo.
Río, embalses, y agua en calma
Normalmente en estas circunstancias, el shiba se acerca progresivamente a explorar siempre que no sea obligado. Si puede adentrarse en el agua sin dejar de hacer pie, es muy probable que acabe jugando, e incluso vaya detrás de un palito o cualquier otra cosa que arrojes en las proximidades. Aquí tenéis un vídeo de una sesión con Haku. Como se puede ver en el vídeo, hay que dar tiempo y espacio e introducir juegos si es posible, para que pierda el miedo y se atreva a zambullirse; aunque en el vídeo todo ocurre muy rápido, fue necesario mucho más tiempo.
«¡Dios mío, no hago pie!»
En lugares en los que, para mojarse, no le queda otro remedio que sumergirse por completo, es casi seguro que no se molestará en acercarse (salvo que haya sido entrenado y sepa nadar). En caso de que nosotros estemos dentro, podríamos tomarlo en brazos y ayudarle a perder el miedo. Es muy recomendable utilizar un chaleco salvavidas, ya que lo que les resulta más inquietante es comenzar a hundirse en cuanto dejamos de sostenerlos. Esta entrada de wikihow muestra los pasos a seguir para enseñar al perro a nadar (en inglés).
La playa
Haru, de nuestra cliente Patricia, en la playa
Los perros que han superado la prueba de fuego en lugares como pantanos, ríos, etc, sin embargo pueden mostrar un comportamiento totalmente distinto respecto al mar. Los shibas en particular son animales sumamente cautelosos en cuanto a su integridad física y cualquier cosa que se salga de lo que conocen. El mar supone diferencias notables a sus ojos (y olfato), entre ellas le resulta imprevisible y poco seguro por encontrarse el agua en movimiento. El shiba además presenta otro problema, al ser pequeño, las corrientes lo mueven con facilidad. Si lo dejamos tranquilo y sin agobios es muy probable que acabe jugando en la orilla, sobre todo cavando en la arena. En las imágenes, Balrog en sus primeras aproximaciones al mar.
La piscina
Resulta especialmente improbable que un shiba se tire a la piscina. La piscina es un lugar donde el perro parece no tener claro si estamos en problemas o no. En ocasiones estamos en la piscina gritando y riendo, y nuestro perro empieza a dar rodeos nervioso. Además, las piscinas generalmente no cuentan con una rampa de acceso, así que el perro no tiene por dónde entrar de forma progresiva. Aún cuando le enseñes a nadar en la piscina, es poco probable que se atreva a entrar por sí solo. Para que la experiencia en la piscina fuera positivizar, necesitaría una rampa, y mucha calma. Rara vez se acercará si estamos dentro haciendo aguadillas o dando chillidos. Si se hace bien, puede que el perro se acerque por sí mismo para que lo cojamos en brazos y nade con nosotros. En las imágenes, Ukiyo de Mono no aware, cogiendo chuches al borde de la piscina en el proceso de positivización.
La lluvia
Resulta obvio la diferencia entre la lluvia y las anteriores situaciones. Curiosamente, la lluvia es para muchos shibas activante, en especial cuando se presenta en una zona de césped. En general no les supone ningún problema, y rehusarán ponerse un chubasquero. Cuestión diferente es si el shiba tiene la lluvia asociada a la tormenta, y por una falta de habituación o por un trauma, esto le causa temor. En la foto, Pícara, nacida en nuestra casa, no parece nada incómoda con su impermeable.
Los charcos y el lodo
Cualquier perro puede rebozarse en un charco de lodo o barro, en general parece ser que los shibas eligen rebozarse con mayor frecuencia en heces, o animales muertos. Cuando nuestro perro se reboza en barro, o se mete en un charco, tendemos a bañarlo con agua y jabón después. En realidad, en la mayoría de los casos basta con dejar que se seque el barro y dar un buen cepillado para que queden impecables nuevamente.
En definitiva, hay que tener en cuenta cómo es nuestro shiba, y no adelantar acontecimientos, ayudarlo y dejarlo elegir.
Podemos mantenerlo fresco con chalecos refrescantes, y también dejando que pasen por encima de un charco, de modo que se moje las patas. Podemos humedecer la zona del pecho y la garganta. Sobre todo, no olvidemos llevar agua fresca, y evitar las horas donde las temperaturas son más altas.
El miedo es una emoción que nos permite mantenernos a salvo. Nos moviliza tanto para atacar, como para huir, refugiarnos, o ser cautelosos, según las circunstancias. Para los perros es una emoción tan necesaria como para nosotros, y como en nuestro caso, si el miedo se desencadena de forma patológica, resulta limitante, incapacitante, perjudicial.
En multitud de ocasiones perros que responden de forma agresiva a la proximidad de otros perros y/o personas, tienen miedo y recelo, y han aprendido que reaccionar de forma hostil les libra de aquello que les parece una amenaza.
Cuando nuestro perro tiene un comportamiento de este tipo y no sabemos identificar el motivo, pensamos “pero si no tiene ningún trauma, es imposible que tenga miedo”, “a mi perro no le ha pasado nada, ¿por qué actúa así?”, “¡pero si siempre ha estado protegido! ¿por qué tiene miedo?”.
Son muchas las preguntas que nos podemos hacer cuando no tenemos la información suficiente, o/y no sabemos interpretarla. En muchas ocasiones la respuesta la tenemos en la propia pregunta.
En primer lugar, ¿cómo sabemos si nuestro perro tiene miedo?
Un perro con miedo de X, tenderá a alejarse y evitar a X cuando está lo suficientemente lejos para él, y lo atacará, ladrará o tratará de espantar de todas las formas posibles, cuando bajo su percepción se encuentre tan cerca como para representar una amenaza real. En un perro con miedo, ocurre algo similar a lo que nos podría pasar a cualquier de nosotros, cuando estamos asustados o alerta, por muy lejos que esté lo que tememos nos puede parecer demasiado cerca. Es natural que algunos perros ladren o enseñen los dientes aun cuando el detonante (lo que le asusta) está a muchos metros de distancia. ¿Quién es capaz de pensar fríamente si está asustado?
Ukiyo, de mono no aware, a punto de dormirse.
En segundo lugar ¿Por qué tiene miedo?
A veces nos pasamos mucho tiempo dándole vueltas a las causas, pensando que algo concreto ocurrió para que nos esté pasando esto o lo otro. En ocasiones, el problemas es lo que no ha pasado, por ejemplo, los perros adultos que han tenido una infancia pobre de estímulos. Este podría ser el caso de cachorros que han crecido en un chenil con la única compañía de su madre y hermanos, o de perros que han pasado su vida en el mismo jardín sin apenas contacto de otros perros y personas. Cuando un perro, en especial en su infancia, no ha recibido una correcta socialización, habituación a diferentes estímulos, e incluso una correcta estimulación temprana, el mundo real es para él algo extraño y casi amenazante.
Ukiyo, de Mono no aware, sin temor a nada.
Por supuesto, sus temores han podido tener origen o verse incrementados en uno o varios traumas. Lo que para nosotros puede no tener importancia, para un cachorro que ha crecido en una jaula, chenil o habitación solitaria, puede ser absolutamente extraño y asombroso. Cosas asombrosas como el ruido del televisor, o que un señor llame a la puerta para entregarnos una carta. El problema es que para un cachorro de estas características, el señor extraño puede pasar en un segundo a ser un señor potencialmente peligroso, solo porque habla demasiado alto, o se ha rascado la cabeza.
También es habitual el caso de perros sin aparente problema emocional, alegres y felices, que sufren un ataque de otro perro, o un susto desproporcionado de un extraño, o la caída de un mueble, o cualquier otro incidente, cambiando por completo su carácter. En estos casos, la familia o tutor, siente que “le han cambiado” a su perro. Suelen expresarlo casi todos de la misma manera “desde que le pasó X mi perro es otro”.
Pícara, de Mono no aware, en brazos de Gonzalo, durmiendo placidamente.
La pregunta crucial ¿Cómo lo puedo solucionar?
En general, las cosas que implican que se agrave la situación son las siguientes:
Aislar al perro, mantenerlo lejos del detonante (lo que provoca el temor)
Acercarlo constantemente al detonante “para que se acostumbre”
Acudir a un profesional al que pagarle para que se lleve al perro, y te lo devuelva “como nuevo”, sin saber qué técnica utiliza
Aplicar rápidamente todo lo que leemos, nos aconsejan, o nos dicen, sin pararnos a analizarlo
Pensar que “se curará con el tiempo”
Actuar como si no tuviera un problema, por ejemplo, soltar a nuestro perro en un espacio canino sabiendo que tiene miedo a otros perros y que se pelea con algunos.
Pícara y Ukiyo, de Mono no aware, reclamando mimos.
Cosas que pueden mejorar la situación:
Transmitirle seguridad
Entrenar con él a través de actividades motivadoras
Entrenar la obediencia de forma motivadora
Acudir a un profesional amable, que empatice contigo y con tu perro y tenga experiencia
Acudir a seminarios, cursos y lecturas fundamentados, sobre el tema en cuestión, huyendo de las respuestas fáciles y las soluciones milagrosas.
Tener fe en tu perro y en su capacidad para superarse
No iniciar ningún plan de adiestramiento sin sentirse convencido
Foto de autoría externa. Click en la imagen para ir a la fuente.
En este artículo he hablado de “el perro”, ya que a grandes rasgos, es aplicable lo comentado a cualquier perro. No obstante, me parece importante y esencial notar que cada perro como individuo presenta una serie de matices en su comportamiento y en su forma de procesar lo que acontece. Así mismo, el shiba tiene una respuesta muy similar ante la incomodidad, el temor, la desconfianza, el cansancio y cualquier situación que lo desborde emocionalmente. Su respuesta (en casos graves), en general, es la siguiente:
Huida: escapar cuanto antes a un lugar seguro, por ejemplo saliendo de la casa si cree que te vas sin él, o yéndose del parque.
Agresividad: respuesta hostil, ofensiva, hacia el detonante, si considera que va a ser dañado o molestado. Por ejemplo ante los niños, si es manipulado contra su voluntad.
Depresión: tristeza, abatimiento y falta de apetito, si no se siente comprendido y/o se ve expuesto de forma cotidiana a la situación desagradable. Por ejemplo, malas experiencias en el espacio canino, y lo llevamos a diario.
Indefensión aprendida: en ocasiones pueden permanecer inmóviles y ausentes ante lo que temen. Esto se da cuando han aprendido que actuando no consiguen nada. Pueden llegar hasta el punto de caer rendidos en cuanto vuelven al lugar seguro, solo por el agotamiento mental, esto produce en ocasiones que los tutores crean que el perro ha mejorado cuando en realidad está “atrapado” dentro de sí mismo. Por ejemplo, cuando tienen miedo al tráfico pero siguen paseando en zonas con afluencia de coches.
Espero que os haya sido útil este artículo, si quieres solicitar información sobre nuestros servicios de educación canina escríbenos a mononoawareshibas@gmail.com, o bien llámanos al 644726146
En este artículo quiero hablar brevemente de la supuesta tendencia agresiva de la raza Shiba inu, una rasgo que muchas veces se le atribuirá a tu perro, si es de esta raza, incluso por personas que la desconocen totalmente.
Muchas personas temen que su Shiba se convierta en un perro hostil, agresivo, que se haga dueño de cada rincón de la casa y espante a los invitados. Algunos propietarios de un shiba, se sorprenden incluso cuando en lugar de un perro frío y distante, se encuentran con un cachorro cariñoso como cualquier otro. Otros, tratando de prevenir este comportamiento que le han advertido tantas personas, ponen en práctica técnicas contraproducentes, tales como meter la mano en su cuenco de comida (para que sepa «quien manda»), someterlo cuando gruñe (sujetándolo panza arriba impidiéndole que se mueva), no dejar que coma ante que ellos, que pase siempre el último por la puerta, etc… Un trato como este hará de tu shiba algo muy diferente de tu mejor amigo.
¿Qué hay de verdad en la afirmación de que el Shiba inu es una raza con tendencia agresiva?
Lo que sí parece cierto es que, habitualmente, esta raza tiene una reacción a la incomodidad, al abuso, al miedo y a la desconfianza, muy contundente y clara, ladrando, gruñendo, y marcando, llegando a morder, si es necesario. Mientras otros perros ante una situación aversiva tienen un comportamiento conciliador, sumiso, o retraído, limitándose por ejemplo a cerrar los ojos, orinarse o esconderse cuando tienen miedo, el shiba, en general, afronta lo que teme o le provoca de frente, tenso, erguido y listo para atacar o defenderse. Esto quiere decir que mientras otros perros recurren a la agresión como último recurso, para el shiba puede ser el recurso principal.
Este fuerte carácter es, en mi opinión, su estrategia de defensa. Si tu shiba muestra una respuesta hostil hacia otros perros, las visitas, los niños, objetos en movimiento, personas desconocidas, etc… No creas que esto es normal porque es un shiba. Tu shiba te está indicando que no está cómodo, de su particular manera: volviéndose gruñón, hostil, y frío. No es la forma de ser típica de la raza, es, probablemente, la forma de responder típica de la raza ante una situación difícil.
¿Qué puedes hacer para evitar que tu shiba sea agresivo, reactivo, u hostil?
Tu shiba no será agresivo si no tiene ningún problema, si aprende a gestionar sus emociones y establecéis un buen vínculo y comunicación. (Si tienes un shiba macho sin castrar y estás levantando una ceja, escéptico, tengo una artículo en el horno reservado para ti).
Genera un buen vínculo con tu perro, basado en la confianza mutua, en el entrenamiento, el juego y la diversión. Cuando tu cachorro llegue a casa obsérvalo, trata de no cogerlo en brazos si indica el más mínimo rechazo en ese sentido, observa cual es su reacción hacia el ruido, la llegada de visitas, y tus propios movimientos. Si tu cachorro está habitualmente alerta, tenso, y busca un lugar apartado, dale la oportunidad de relajarse, ofrécele chucherías, y juguetes, siéntate en el suelo con él sin cogerlo, y deja que se acerque poco a poco a ti. Los cachorros muy tímidos pueden haberse criado en un entorno pobre en estímulos, solo con su madre y sus hermanos, dale tiempo, calma y silencio para que se adapte a la nueva vida, sin sobresaltos.
Si tu cachorro es el típico perrito simpático, juguetón y alegre, que come como una lima y te saluda cuando llegas: ¡premio! solo tienes que mantenerlo así, que ya es bastante. Empieza con ejercicios fáciles como el «sienta», juegos de olfato sencillos, juegos con pelota o mordedor… Enséñale el collar y la correa un par de semanas antes de sus primeros paseos, y trata de que se acostumbre a llevarlo por casa antes de salir.
Apúntate con tu shiba a cursos prácticos de educación canina con métodos amables y actuales, que huyan del enfoque dominancia-sumisión y ten cuidado con todo aquel que se anuncie como un educador exclusivamente en positivo. También podéis apuntaros a actividades de agility, olfato, club de cachorros…
Si tu shiba muestra cualquier comportamiento aparentemente agresivo, consulta con un profesional, y no utilices técnicas que impliquen someter a tu perro, pues eso solo hará que vuestra amistad se destruya.
Si quieres información sobre los servicios de educación canina que podemos ofrecerte, contacta con nosotros a través del formulario:
Una de las cuestiones más importantes, cuando decidimos compartir nuestra vida con un perro, es su educación. En el caso particular del la raza Shiba, es de vital importancia conocer su carácter, informarnos de sus particularidades, y contar con ayuda profesional para guiar su educación.
En muchos casos los educadores no tienen conocimiento suficiente sobre esta raza, aplicando métodos que, si bien seguro que son muy positivos, no son lo suficientemente eficaces para un Shiba.
¿Cuáles son los pilares, a nuestro entender, del entrenamiento de un Shiba?
Por su carácter reservado, desconfiado, activo y aventurero, el Shiba necesita desde el primer momento, formar un gran vínculo afectivo con sus dueños. De forma errónea, algunos educadores y particulares, recomiendan ser firme y autoritario con esta raza, porque han “oído” que son perros ariscos y “dominantes”. Como es evidente, un educador profesional, formado y competente, no esgrimirá estos argumentos, pero tenemos que estar preparados para detectar las falacias y los prejuicios de los que no tienen la formación necesaria.
Precioso y motivado Yuki
Además del vínculo afectivo, otro pilar en la educación, muy ligado a este, es la confianza. Nuestro Shiba tiene que estar seguro de que no suponemos una amenaza para él. Regañarlo de forma constante, o tratar de establecer una autoridad inflexible sobre él, lo desmotivará, y lo llevará a ignorarnos. Hay multitud de ejercicios para fomentar el vínculo con tu shiba, pero también es algo que puedes hacer en tu vida cotidiana: dale tiempo para comprender, dedica un ratito al día para entrenar comandos sencillos, fomenta el paseo relajante, (donde él indica el camino a seguir).
Podemos enumerar otro factor esencial en esta lista: la diversión. Tu shiba necesita divertirse. Es un animal audaz, de sentidos muy despiertos, con una curiosidad casi felina, y una valentía que puede rozar lo temerario en la etapa de cachorro: permítele divertirse, conocer lugares nuevos, explorar, y conocer otros perros.
Por supuesto, otro pilar clave, es la socialización con perros y personas, que consiste en la relación progresiva con estos, de forma ordenada y segura.
Quedada en Madrid con varios Shibas
¿Realmente es necesario un educador/adiestrador?
Como es lógico, no es estrictamente necesario. Todo el mundo puede formarse por sí mismo, a través de la lectura, la práctica, y acudir a formación de forma regular. Como ya hemos comentado en otros artículos, también hay muchas personas con gran habilidad y comprensión de su perro, que saben mediante la observación, el afecto y su propia habilidad y experiencia previa, guiar a su shiba. Sabrás que vas por el buen camino cuando vuestra relación esté basada en el respeto mutuo, sea calmada, y os haga felices a ambos. ¡Esto no quiere decir que jamás os enfadéis! (sobre este aspecto hablaremos en otro artículo).
En nuestra opinión, si tu shiba está correctamente entrenado debería:
Poder disfrutar suelto, al menos, una vez al día o, como poco, una vez por semana.
Debe acudir a tu llamada.
No debe abusar de otros perros.
No debe escaparse, ni comer cosas del suelo.
Debe tener una conducta equilibrada: sin miedo, ni agresividad patológicos.
Puedes pasear con tranquilidad también con correa, sin tirones.
Ha entendido las normas de convivencia.
Por ejemplo, si tenemos un shiba que es agresivo o reactivo, cuya respuesta agresiva/reactiva se está agudizando con el tiempo, hasta el punto de confinarle a la soledad, deberíamos hacer algo por él. La cuestión ya no es solo si a nosotros nos molesta o no, si podemos soportar tener un perro en estas condiciones, la cuestión es: ¿merece el perro tener un problema y no ser ayudado?
De igual modo, si nuestro shiba jamás camina suelto, y no puede jugar con otros, porque se escapa, ¿es justo que siempre vaya atado? ¿es justo que le confinemos al metro y medio de una correa?
Ginga, de nuestra casa, con su hija, Ukiyo de Mononoaware
Como es natural, para acudir a sesiones de entrenamiento profesional, es necesario dedicar parte de nuestro dinero a ello, y muchas personas no llegan nunca a pedir presupuesto, porque dan por hecho que será un servicio muy caro.
Igual que hacemos cuando queremos comprarnos un smartphone, una lavadora o un coche, también debemos informarnos, comparar y elegir, por nuestro perro. ¿Dejarías de buscar un móvil, una lavadora, o un coche, dando por hecho que todo es caro?
Gonzalo con Ukiyo (dcha) y Wax, de Julia Martines.
Evidentemente, en esta página nosotros nos anunciamos tanto como criadores, como educadores y, obviamente, al estar especializados en esta raza, creemos que podemos ayudarte (los servicios solo se prestan en Madrid). Pero si por tu ubicación, o cualquier otro motivo, vas a acudir a otros: te animamos a informarte y elegir aquellos que os hagan sentir cómodos, en confianza, y motivados.
Infórmate de todas tus opciones y no dejes pasar la oportunidad de expandir tus conocimientos y hacer aún más feliz a tu shiba.