Las Navidades y el estómago de nuestros perros

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Ginga 

Se acercan las Navidades. Fechas en las que nuestro hogar se llena de familiares y/o amigos. Fechas en las que comemos más de la cuenta, fechas en las que el perro ansía que se caigan cosillas prohibidas, de esas que, no sabe por qué, su familia no quiere que cate. Los que tienen perro temen que acabe atiborrado, porque la abuela/o está convencida/o de que de toda la vida se le ha dado al perro las sobras del redondo y no ha pasado nada (o un cocido completo, como le pasó a un vecino mío, cuyo perro se fue al otro barrio con el estómago lleno, eso sí). Los sobrinos les tiran patatas fritas porque es muy gracioso, y a no sé quién le da pena la cara del perro (normal, siglos de perfeccionamiento de esas caritas han sido necesarios para calentar nuestro frío corazón), y le deja caer pan y hasta, si le ha dado la suficiente pena, jamón del bueno.

Para el perro que se encuentra en estas circunstancias de lluvia de comida, la felicidad no tiene fin. 

Pidiendo disculpas por adelantado por el tono trágico-cómico, quería escribir esta breve entrada porque después de años compartiendo mi vida con perros, he escuchado historias con diferentes desenlaces en este sentido, y seguro que vosotros también. Tengo amigos que lo pasan muy mal en estas fechas porque han tenido experiencias desastrosas, de tener que ir a urgencias porque al perro le ha causado una obstrucción unos huesos que cazó de la basura, o por un cólico por toda la guarrería que le fueron dando. Otras personas tenemos la suerte de no tener que enfrentarnos a esto, bien porque nuestros familiares están concienciados, bien porque es una familia pequeña y es fácil concienciarlos y controlarlos.

Quiero escribir esto porque tenemos que ser conscientes de que, si no podemos proteger al perro de las visitas, o no se tienen visitas (acto bastante asocial que no recomiendo :-/ ) o dejamos que el perro se quede con sus juguetes, su cama y un conjunto de chuches caninas que sí pueda comer, en una habitación aparte. En la sobremesa, por ejemplo, sin comida de por medio, y si el perro lo desea, podríamos dejarlo disfrutar con la familia (aunque hay perros, en especial como el Shiba, que más que disfrutarlo lo sufren, ya que les sobrepasa el contacto físico, el ruido y la atención que recae sobre ellos).

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A las personas que no tienen perro y que vienen de visita, aunque sean familiares políticos o nuestros propios padres tenemos que dejarles claro los peligros de que les den comida. Podemos incluso dejarles chuches caninas para que le den, si al final dejamos que el perro esté durante la comida o la cena.

Tenemos que ponernos también en el lugar de las personas que vienen a casa, en especial si no tienen perro, es muy probable que no sean conscientes de que están haciendo algo dañino. También ocurre que algunas personas se sienten muy incomodadas por la mirada insistente del perro, o porque se les sube encima (nuestro perro sabe que estamos distraídos y no les importa ser impunemente maleducados), y le dan comida solo para que les dejen en paz. A este respecto insisto: si el perro no puede estar con nosotros en la comida, no pasa nada, él no tiene un calendario y no le va a contar a sus amigos en el parque que en Noche Buena le dejamos en la habitación. Somos muy sentimentales con nuestros perros, cosa que es bonita y que claramente quiere decir que les queremos profundamente, pero en ocasiones nos estamos preocupando por algo que a ellos no les importa.

Aquí dejo mi sermón, si tienes perro: protégelo en estas fechas, de la comida insana, del ruido, del estrés, de intromisiones en su espacio, de que lo cojan en brazos o lo atosiguen (a veces después de las fiestas el perro sufre una tremenda diarrea sin haber comido nada inadecuado, solo por estrés). Si no tienes perro y vas a casa de alguien que sí: no le des comida, o pregúntale a su familia qué puedes darle.

Mil gracias por leer, y ¡hasta la próxima!

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«Mi shiba come mal y poco»

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Todos los que vivimos con un shiba nos preocupamos especialmente por su alimentación. A menudo, el shiba parece necesitar menos cantidad de comida que cualquier otro perro, parece desinteresado por su plato, y muy selectivo. Cuando crees que has encontrado la comida adecuada, un buen día se ha aburrido y apenas come.

En este breve artículo voy a comentar algunos trucos y recomendaciones al respecto, en base a mi experiencia con mis tres shibas, y lo que he aprendido charlando con otros shiberos y leyendo sobre nutrición.

¿Por qué mi shiba come poco?

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Hay que tener en cuenta que si nuestros perros están alimentados exclusivamente con pienso, es de esperar que se aburran. Lo mejor sería pasarles a la alimentación natural, pero si esto no es posible, tenemos que elegir un buen pienso para ellos. Los preferidos para los shibas suelen ser de pescado, personalmente recomiendo Taste of wild de Salmón. Además del pienso, complementar su ración diaria con otros alimentos naturales, como los esqueletos o cuellos de pollo, es muy positivo. Si nuestro shiba no tiene una alimentación placentera, puede deprimirse, y asociar el pienso de forma negativa.

También tenemos que tener en cuenta que el Shiba puede tener un sistema metabólico diferente al del perro doméstico habitual. Se cree que se debe a un mayor aprovechamiento de los nutrientes y las calorías, necesitando un menor aporte que la mayoría de razas que conocemos.

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«Trucos» para que nuestro shiba se coma su pienso

A pesar de elegir un buen pienso, y a pesar de darle a nuestro shiba comida natural puntualmente, es probable que coma poca cantidad o que siga rechazando de pleno el pienso. Para que lo acepte, puedes usar los siguientes «trucos».

  • Humedecerlo con caldo caliente sin sal, o en su defecto agua caliente: haz un caldo muy concentrado con huesos (sin sal) y/o pescado y verduras, (haz suficiente cantidad para poder congelar y tener por mucho tiempo) pon un poco de caldo en su ración de pienso y deja que humedezca durante unos veinte minutos. Ofrécelo a tu shiba. Normalmente los perros comen con gusto aquello que tiene un olor intenso a carne o pescado.
  • MEzclar con atún al natural:Ten en cuenta que sea siempre al natural, ya que el aceite vegetal o de oliva les podría producir diarrea.
  • Mézclalo con yogurt (sin azúcar ni aditivos) o queso fresco sin sal: generalmente el sabor del yogurt y el queso fresco es agradable para el shiba y beneficioso para su organismo, ya que contiene lactobacilus y calcio. No le des más de medio yogurt, ni más de dos por semana.
  • Cambia el sabor del pienso: cuando tu shiba se canse de su pienso, o preveas que va a cansarse, adelántate y cambia el sabor. En mi caso, cambio Taste of wild Salmon por cualquiera de los otros. Asegurate de que no tiene más de un 20-25% de proteína, ya que sería excesivo y se consideraría un pienso de alto rendimiento, para perros que hacen un ejercicio intenso: un pienso de este tipo es Taste of wild de Pato, lo compré sin fijarme en este detalle ¡y parecía que mis perros se habían tomado tres cafés!
  • Dales de comer una hora después de haber hecho ejercicio moderado a intenso, o después de un paseo tranquilo en ayunas. Mis perros suelen comer mejor después del paseo. No les des de comer inmediatamente a la vuelta, ya que podría producirse una torsión de estómago si comieran con ansiedad, o podrían vomitarlo si vuelven excitados del paseo (deberían volver relajados del paseo, pero esto ya es un tema que da para otro artículo 😉 ).
  • No dejes siempre comida a su disposición, tener el olor del pienso de forma permanente juega en nuestra contra, ya que elimina el factor novedad y no van a tener ninguna «prisa» por comer, puesto que siempre está ahí.
  • Ábreles el apetito con algunas chuches caninas desmigajadas por el pienso. Asegúrate de que sean sus preferidas. También puedes tener una buena cantidad de trocitos de pavo sin sal para echar un poquito mezclado con el pienso.
  • No te quedes vigilando si come o no, no lo regañes, ni le presiones, déjale solo con su comida, sin otros perros cerca que puedan agobiarle. No es necesario que le encierres, simplemente que pueda comer tranquilo y a su ritmo. Si después de unos diez o veinte minutos no come, o ya no quiere más, guarda el cuenco hasta la hora de la siguiente comida.
  • Mantén a tu shiba activo, feliz, repleto de juguetes que le diviertan, en confianza, tranquilo y no ansioso. Un perro feliz y activo tiene más apetito. Un perro deprimido y/o aburrido, pierde el apetito fácilmente.

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Por último, ten en cuenta que nuestros perros comen menos en situaciones de estrés o miedo, salvo aquellos que comen por ansiedad. Generalmente cuando un perro ha pasado por algún suceso traumático, o se ha cambiado algo en su vida y se está adaptando (por ejemplo, le hemos dejado con nuestros padres o unos amigos en vacaciones), come menos, incluso puede beber menos. Las hembras comen menos durante el celo, y los machos cuando hay hembras en celo en su entorno. Nuestro perro es un ser emocional, si tú estás triste, deprimido, irritable, o sencillamente en un estado negativo, puede que él lo note  y esto le lleve a cambiar sus hábitos, estando apagado y disminuyendo su apetito. Trata de no ponerte nervioso y no preocuparte en exceso, pues lo pasarás mal en vano; en cambio, ve esto como una oportunidad para aprender y para observar las necesidades concretas de tu shiba. Haced ejercicio juntos, mantén a tu perro activo, haz del momento de la comida un rato placentero, y no tendrás quebraderos de cabeza por el malcomer de tu shiba.

En próximas ocasiones hablaremos de cómo utilizar juguetes interactivos y juegos de olfato para incentivar el apetito y aprovechar el momento de la comida. 

Si te ha ayudado este artículo o quieres aportar algo: ¡deja tu comentario!

Muchas gracias

Yolanda Ruiz

Alimentación Canina (III): Piensos

(Por Israel Aparicio)

Anterior: La Dieta Natural

Valoración y Elección del Pienso

Si la opción elegida es una dieta basada en pienso, entonces hay una amplia gama disponible en el mercado con las que cubrir perfectamente las necesidades básicas de nuestro pequeño, si bien en este caso sí que es muy aconsejable al menos elegir un pienso de gama alta que sea realmente de calidad.

Muchos de los productos disponibles en el mercado se derivan de los subproductos de deshecho de la industria alimenticia humana, tales como patas de pollo, picos, ciertos huesos… es decir, los restos no aprovechables de los mataderos. Esto se traduce en definitiva en una fuente de proteína de escaso valor biológico que afectará al estado general de salud y vitalidad de nuestro compañero.

Lo primero y más básico es evaluar el análisis químico del pienso y su composición en nutrientes. Un buen pienso debería de estar moverse alrededor de los siguientes valores:

  • Proteína: 25% – Puede ser más para piensos de cachorros o de alto rendimiento energético, pero este debería ser nuestro valor de referencia básico.
  • Grasas: 15%
  • Fibra: 3% – Puede ser menos, pero más de un 5% sería a todas luces demasiado.
  • Humedad: 10% – Conforme aumente por encima de esta cantidad implicará un peor rendimiento energético del alimento.
  • Ceniza: 7% – Se trata de la materia seca que queda tras el quemado de los alimentos y que se usa como fuente de minerales; sin embargo no aporta más nutrientes y un pienso de alta calidad obtendrá los minerales necesarios principalmente de otras fuentes.

La segunda parte consiste en valorar la lista de ingredientes que se detalla en la etiqueta del recipiente. Es importante saber para ello que dichos ingredientes aparecen en orden descendiente según su cantidad con respecto al peso total del producto. Se trata además del peso antes de procesar los alimentos, y aquí está unos de los trucos de la industria, y es que especificar “carne de pollo” frente a “carne de pollo deshidratada” implica que la primera perderá mucho peso durante el proceso de secado y manufacturación del pienso en comparación con la segunda, en la que ya se cuenta la cantidad deshidratada. Por tanto la cantidad final real de carne quedaría en el primer caso en mucho menos de lo que la etiqueta parece indicar. Algunos consejos básicos por tanto teniendo este en cuenta a la hora de elegir un pienso en función de sus ingredientes son:

  • Evitar a toda costa el subproducto tanto animal como vegetal
  • Fuente de carne o pescado precisa (no sólo “carne”) y seca preferiblemente (deshidratada, hidrolizada o concentrada), para evitar la su disminución en proporción durante el secado.
  • Arroz como fuente principal de grano frente al maíz y otros. Integral sería lo más conveniente, aunque difícil de encontrar. Además el trigo no debería de encontrarse nunca entre sus tres ingredientes principales ya que se trata de una fuente de nutrientes inferior y menos digestible.
  • Que la fuente de vitaminas y minerales sea natural y no añadida químicamente. De la misma forma, debería de contener poco o ningún aditivo industrial.

Como se aprecia, muchos piensos comerciales básicos no pasan este corte, y deberíamos, por el bien de nuestro pequeño, ser rigurosos con esto: una buena alimentación se traduce en un buen estado de salud general, menos visitas al veterinario y, en definitiva, una mayor longevidad del perro.

Cambios de Dieta y Dietas Mixtas

¿Qué ocurre si nos decidimos a dar el salto de pienso a dieta natural o viceversa? No debería de suponer ningún problema en el caso del paso a dieta natural puesto la mayoría de los perros se adaptarán rápidamente a un tipo de alimento que les resulta por lo general más fácil de digerir y palatable. Sí puede ser bastante más complicado el caso contrario, el paso a pienso, que deberemos hacer lo más gradual posible y ayudándonos en algunos casos de aditivos (como salsas o aceites por ejemplo) que hagan más sugerente el pienso al paladar de nuestro perro o usando una dieta mixta durante algún tiempo como veremos a continuación.

No obstante en ambos casos se debe de respetar una recomendación básica para la transición: debido a los distintos tiempos de digestión de los que hemos hablado, debería de transcurrir al menos 12 horas entre la última toma de pienso y la primera de dieta natural, de forma que garanticemos que ambos alimentos no se mezclen en el estómago y evitar así cualquier riesgo. Algunos perros con un sistema digestivo más delicado podrían necesitar una dieta de transición durante dos o tres días basada por ejemplo en arroz integral hervido con judías negras, pero no es lo habitual.

Una última opción finalmente es pensar en una dieta mixta natural y de pienso, lo cual también es posible siempre y cuando respetemos la misma regla que acabamos de mencionar: no mezclar nunca ambos tipos en la misma ración y esperar un tiempo de unas 12 horas entre el pienso y la dieta natural para asegurar así que ya se ha digerido. No olvidemos que el pienso tarda un tiempo mucho mayor que la dieta natural en digerirse, del orden de hasta tres veces más, de forma que lo que pueden ser entre dos y cuatro horas para un producto natural se convierte hasta entre 8 y 12 horas en el caso del pienso.

Conclusión

Tanto si nos decantamos por la alimentación natural, ya sea preparada en casa por nosotros mismos siguiendo las guías que hemos desarrollado en este texto (y que puede ser a su vez cruda tipo BARF o cocinada) o una de las diferentes opciones comerciales (Yum, Squeaky…) ya preparadas si queremos ahorrar en tiempo y dinero en algunos casos, a las que añadir algunos de los suplementos que hemos visto, como si lo que elegimos es un buen pienso de alta gama, al final lo más importante es observar a nuestros compañeros llevar un ritmo de vida activo y sano, disfrutar de ellos como ellos disfrutan de nosotros, y tener siempre muy presente que una alimentación adecuada se traduce en definitiva en un amigo más sano y feliz.

Alimentación Canina (II): La Dieta Natural

(Por Israel Aparicio)

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Elaboración

Una vez nos hemos decidido por una opción, llega el momento de ponernos manos a la obra. Empezaremos por la opción más compleja: la elaboración de una dieta natural adecuada, y a continuación evaluaremos las características fundamentales para elegir un buen pienso.

Lo primero que debemos tener presente es que la carne (o el pescado) deben de constituir tres quintas partes (al menos) del menú diario. Otras variantes como la conocida dieta BARF pueden aumentar este porcentaje, pero en ningún caso debe ser inferior. Como hemos comentado antes, los perros son eminentemente carnívoros y su principal fuente de proteína ha de ser de origen animal. C

Así pues, con esto en mente y para conseguir un equilibrio apropiado, una buena formulación sería, respecto a la cantidad total a elaborar:

  • 65% de carne o pescado (elegido de una única fuente, para favorecer su digestión)
  • 15% de cereal (proveniente, de nuevo, de una sola fuente)
  • 18% de verduras y/o legumbres (de 3 fuentes distintas para aportar variabilidad a la dieta)
  • 2% de extras

Vamos a repasar ahora un poco más en detalle cada uno de estos componentes pero conviene destacar que no es necesario (ni sano para nuestra salud mental) obsesionarse con el estricto cumplimiento de estos porcentajes hasta el miligramo.

  • Carnes y pescados: Dentro de la carne pollo, ternera, vaca, pavo, cordero, cerdo o buey serán las más comunes, aunque también se pueden incluir vísceras dentro de este grupo como corazón, lengua, hígado o riñones. Y ésta debería de alternarse (una o dos veces por semana por ejemplo) con pescado (ya sea fresco, como salmón,  bacalao, lenguado o merluza, o enlatado y conservado en aceite de oliva como sardinas o atún).
  • Verdura y legumbres: Contamos con una gran variedad para elegir entre las aconsejadas, que son: remolacha, brócoli, zanahorias, repollo, espárragos blancos y verdes frescos, espinaca, guisantes, verduras de hoja verde, judías verdes, alubias, lentejas, garbanzos, coles de Bruselas, coliflor, calabaza, repollo, lombarda, berza, apio, col rizada, brotes de alfalfa o de soja, champiñones, calabacines, batata dulce, nabos… En cambio, tomates, patatas, pimientos y berenjenas están desaconsejados en aquellos casos de perros que padezcan síntomas de artritis, dificultades respiratorias o perros con parásitos internos o externos.

Además, dentro del porcentaje de verduras y legumbres, se puede incluir hasta un 5% de frutas tales como manzana, pera, naranja, limón, lima, mandarina, pomelo, sandía, melocotón, arándanos, frambuesa, albaricoque, uva (¡pero siempre sin pipa!) o plátano. No obstante es importante tener en cuenta que debido a su tiempo de digestión distinto (una media hora), es recomendable que no se administren al mismo tiempo que el resto de la dieta para así evitar causar problemas gástricos. La única excepción es la manzana, que sí puede darse mezclada con el resto de alimentos.

  • Cereales: Los cereales, como aporte de hidratos de carbono, pueden constituir hasta una quinta parte de la dieta, aunque no obstante su uso es bastante controvertido y son objeto de acalorado debate en lo referente a la nutrición del perro. Los defensores de las dietas libres de cereal (y de gluten) exponen que resulta una fuente de alimento menos natural para un perro. Sí es cierto que en estos alimentos ya se había realizado una predigestión por parte del herbívoro, por lo cual es importante suministrarlos siempre cocinados.

El arroz integral bien lavado (para eliminar el almidón), la quinoa, la cebada o la avena, siempre bien cocidos para facilitar su digestión.

  • Extras: Para terminar de completar una dieta completa, debemos rematar con una serie de extras que ir variando regularmente con objeto de conseguir un aporte lo suficientemente variado. Las constantes eso sí deberían de ser una cucharadita de aceite de girasol con cada comida, una pizca de sal del Himalaya y alguna especia como cúrcuma, orégano o hinojo. Otros posibles extras pueden ser:
    • Huevos: alternados con otros añadidos distintos, de modo que a la semana no consuma, en el caso de un shiba, más de un huevo entero. Siempre cocidos, incluso con su cáscara bien limpias y trituradas en polvo. Contiene proteína de alto valor biológico y en el caso de la cáscara, un más que destacable aporte de calcio.
    • Derivados lácteos: si bien la leche de vaca no es recomendable, otros como el kéfir, el yogur natural con lactobacilos (rico en probióticos), el queso fresco o blando y la cuajada natural sí son apropiados y es conveniente añadirlos regularmente, aproximadamente unos 50-100gr a cada 500gr de ración. No deben tener conservantes ni colorantes, ni sal en el caso del queso.
    • Frutos secos: como cacahuetes, nueces, avellanas, piñones o almendras, siempre sin aditivos y sin sal. Son una fuente de proteínas y de grasas, aunque es mejor evitarlos en el caso de alergias alimentarias.
    • Alfalfa y otras hierbas como perejil, hierbabuena, romero o tomillo. Se pueden incluir como hierba fresca o a modo de las especias que mencionábamos al principio.
    • Otros: Dátiles, higos…

En resumen, como hemos visto, existen multitud de opciones a la hora de confeccionar la dieta, si bien  existen algunos alimentos “prohibidos” los cuales debemos siempre evitar (¡será por otras opciones!), como son: la cebolla, el chocolate, las nueces de macadamia, los pipos de uva y el aguacate.

 

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Para complementar la dieta, es recomendable añadir periódicamente, a gusto nuestro y de las necesidades de nuestro can, uno o varios de los siguientes complementos:

  • Huesos recreativos: por ejemplo, rodilla o fémur de bovino.
  • Vinagre de manzana: además de resultar un desinfectante natural y ayudar al sistema inmune del perro, un chorrito añadido a la ración diaria contribuirá a eliminar el olor a carne del aliento de nuestro compañero, que puede resultar desagradable para algunos.
  • Levadura de cerveza: una cucharadita regularmente resulta en una excelente fuente de vitamina B para nutrir la piel y el pelo.
  • Vitaminas B, C y E: recomendable su uso bajo supervisión veterinaria, ya que debe controlarse su administración a fin de evitar producir otros problemas. En diversas etapas como la muda o la gestación, sí pueden ser recomendables.
  • Tripa verde: el cuarto estómago de los herbívoros rumiantes, un aporte ocasional ayuda en la digestión y refuerza el sistema inmune del animal.
  • Aporte extra de calcio: no debería de ser necesario si se han seguido las recomendaciones anteriores, pero en caso de serlo (recomiendo bajo prescripción veterinaria) se pueden usar suplementos específicos de carbonato de calcio “camuflados” con la dieta para conseguir que nuestro perro la ingiera.

Cantidades

La última pieza clave a la hora de preparar una dieta natural para nuestro perro es determinar la cantidad adecuada para proporcionarle a diario. Y es que esta depende de numerosos factores como el nivel de actividad, la etapa desarrollo del perro, sus ciclos biológicos, el clima y de su peso.

Para la ración diaria para un perro adulto, en un estado normal, el peso debería de estar entre un 2 y un 3% de su peso. Si bien es común usar el peso actual del perro como baremo de medida, en mi caso considero más conveniente usar su peso ideal medio (dependiente de su raza y edad) como base. Para perros anormalmente grandes o pequeños dentro del estándar de su raza podemos variar ligeramente esta cantidad hacia arriba o hacia abajo, pero en el caso de perros de un tamaño “normal” para su raza conseguiremos a la vez ayudar a regular su peso dentro de los márgenes deseados. En cuanto a suministrar un 2 o un 3%, esto dependerá principalmente del nivel de actividad del perro:

  • Para un perro con un nivel de actividad bajo será suficiente con un 2% de su peso ideal.
  • Para un perro con un nivel de actividad medio, aproximadamente un 2,5% de su peso ideal.
  • Para un perro con un nivel de actividad alto, que realice ejercicio frecuente, lo recomendable es un 3% de su peso ideal.

En el caso de cachorros de hasta 10 meses de edad, que se encuentran en plena etapa de crecimiento, lo más recomendable para garantizar que la cantidad ingerida se adecue a sus necesidades es calcular, aquí sí, el peso en función de su tamaño actual, en concreto un 10% de éste entre los 2 y los 4 meses reduciendo paulatinamente un 2% cada 2 meses más, hasta llegar a los 10 meses de edad donde normalizaríamos ya a la cantidad de un adulto (entre 2 y 3% del peso ideal).

Dada la gran cantidad de factores que pueden afectar en mayor o menor medida a la cantidad de alimento necesario de nuestro perro, lo más sano es controlar periódicamente su peso y asegurarnos así que no aumenta o disminuye de forma notoria

 

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Alimentación Canina (I): Introducción

(Por Israel Aparicio)

La alimentación canina siempre es objeto de debates y opiniones más o menos fundamentadas, y supone una fuente de numerosas dudas para los propietarios. A la hora de decidir cuál es el mejor o peor pienso para nuestro compañero canino, debemos preguntarnos : ¿en qué quiero basar su dieta? ¿en piensos comerciales o en alimentación natural? 

Alrededor de la alimentación natural hay muchos tabúes y miedos relacionados principalmente con si seremos capaces de darle a nuestro perro una alimentación adecuada y equilibrada, sobre el tiempo que puede llevar el preparar dicha dieta uno mismo, o sobre lo caro que resulta a la larga en comparación con otras opciones. Existen, además, importantes barreras sociales, relacionadas con la llamada “humanización” de nuestras mascotas. Cuántas veces habremos oído aquello de: “pero si es un perro”, “¿de verdad le vas a preparar tú la comida?” o “le estás consintiendo todo, si a él con el pienso le basta”. Lejos de entrar a valorar si dicha humanización es realmente mala o hasta qué punto lo es frente a la “cosificación” del perro, (lo que queda para otro artículo en sí mismo), planteo una sencilla pregunta en respuesta. Imagínate un plato que te guste mucho, no es tu favorito pero lo comes bien y con ganas. Ahora, ¿qué ocurriría si lo comieras durante toda una semana? ¿y durante toda una vida? Por supuesto te lo comerás, antes de morir de hambre, pero estoy seguro de que todos preferiríamos meter algo de variedad en nuestras dietas. Y ojo, que esto se puede hacer también con el pienso, como veremos.

Guía Básica de la Alimentación Canina

Antes de entrar en profundidad sobre la elección y elaboración de una dieta adecuada, conviene dar un rápido repaso a los seis grandes grupos básicos de nutrientes que todo ser vivo, incluido los perros, necesitan:

  • Agua: evidente pero no por ello menos importante, la obtendrá tanto bebiendo como comiendo, y en un adulto sano la cantidad consumida diariamente será de 2,5 veces la cantidad de alimento seco. Ciertos alimentos más secos, como el pienso, provocarán que nuestro perro tenga que ingerir aún mayores cantidades de agua, así que conviene tener este hecho en cuenta.
  • Proteínas: El segundo grupo en importancia, son el principal aporte energético del animal actuando como enzimas y hormonas. Varios de sus componentes, los aminoácidos esenciales, no pueden ser sintetizados por los perros y deben ser obtenidos de una fuente externa. Es por tanto que hablamos de calidad o valor biológico de la proteína en función del aporte de estos aminoácidos y de la cantidad necesaria a ingerir de dicha proteína para obtenerlo. Contrariamente a la creencia popular, los perros siguen siendo principalmente carnívoros, y la fuente de la proteína que ingieren, aunque puedan obtenerla de otras fuentes como resultado de su adaptación y evolución semi-omnívora, debe seguir siendo principalmente animal.
  • Grasas: Si bien no son indispensables, pueden actuar como una excelente fuente de energía, ya que resultan más digeribles que proteínas e hidratos y pueden proporcionar hasta 2,5 veces más la cantidad de energía que estos. Sin embargo, no se eliminan igual de fácilmente y pueden llevar, si no se controlan adecuadamente, al sobrepeso de nuestros perros. No deberían de suponer más del 15% del aporte energético total de la dieta.
  • Hidratos de carbono: los grandes objetos de polémica, existen numerosas discrepancia en si el perro necesita o no de carbohidratos en su dieta. Su principal función, aparte de influir en la actividad gastrointestinal (como la fibra), es de aporte energético. Por tanto, al poder extraer dicha energía de la proteína y la grasa, no necesitan de los hidratos estrictamente hablando, pero si permiten que el animal no tenga que extraer todo su consumo energético diario de éstas.
  • Minerales: tienen una importante y muy diversa función en el organismo, incluyendo por ejemplo el papel del calcio y del fósforo en la estructura ósea. En cualquier caso deben siempre regularse en su conjunto y no independientemente, y como parte de una alimentación equilibrada como las que veremos más adelante.
  • Vitaminas: Dada la gran cantidad de procesos fisiológicos en los que intervienen (vitaminas B o D para los tejidos de huesos y dientes, vitaminas A para la vista…) es vital asegurar un correcto aporte de las mismas a nuestros perros. Habitualmente se pueden introducir como complementos a su dieta normal, pero con precauciones: la vitamina C por ejemplo la producen los perros de forma natural y podrían causarles problemas de salud como la hipervitaminosis.

Comparativa: la Alimentación Natural y el Pienso

Por fin, una vez un poco más situados, llega el momento de tomar la decisión: ¿dieta natural o pienso? Teniendo en cuenta, como hemos comentado, que no hay opción enteramente buena ni mala y que debe adaptarse a nuestra realidad y día a día. Vamos a repasar las ventajas e inconvenientes de la dieta natural frente al pienso, de forma que cada uno pueda responder a esta pregunta de forma autónoma.

Ventajas de la dieta natural frente al pienso comercial:

  • Mejora la calidad de vida y estado de salud general del animal y su estado de ánimo, al igual que su vitalidad: aumenta su longevidad, disminuye el estrés al que se someten el hígado y el riñón al no tener que enfrentarse a un alimento seco y desnaturalizado, se reduce el riesgo de padecer artritis o desmineralizaciones de los huesos, su sistema inmunológico se ve reforzado, el pelo se muestra sano y brillante, se reduce el olor corporal, el riesgo de sobrepeso se ve severamente disminuido…
  • Un perro que consume alimento seco necesitará una mayor cantidad de agua dado que en el caso de la dieta natural gran parte de la necesaria la obtendría directamente de los ingredientes frescos propios de la misma. Esta reducción en la ingesta de agua deviene en un menor riesgo de sufrir dilatación gástrica y, en consecuencia, una torsión de estómago (este problema es menos común en el shiba que en la mayoría de razas).
  • Ciertas dietas naturales pueden conllevar una cierta ralentización del crecimiento en cachorros, lo cual no es malo en absoluto (nótese que estamos hablando de ralentización y no disminución) sino al contrario, disminuye el riesgo de padecer ciertos problemas musculares y esqueléticos derivados de un crecimiento demasiado rápido.
  • La dieta natural, como la mayoría de los alimentos frescos y húmedos, resulta más palatable para el animal y por tanto más apetecible. Además, existen mecanismos biológicos propios del perro para garantizar la ingesta de diferentes nutrientes por los cuales éste se llega a cansar de un determinado sabor repetitivo perdiendo el interés en favor de otros sabores distintos. Al resultar la dieta natural por lo general mucho más variada que el típico saco de 15kg de pienso, este fenómeno se convierte en otra ventaja a la hora de conseguir un alimento que coma con gusto y en las cantidades adecuadas.
  • El proceso de calentamiento por el que pasan los alimentos durante la elaboración del pienso y la procedencia misma de estos, que en muchos casos se trata de los productos descartados para la alimentación humana, hace que tengan un valor biológicomucho más reducido y que se necesiten mayores cantidades para conseguir el mismo aporte energético y nutritivo.
  • Mayor digestibilidad del alimento (¡el tiempo de digestión de la dieta natural frente al pienso puede ser hasta cuatro veces inferior!), lo que se traduce en un mayor aprovechamiento de los alimentos y en una consecuente disminución de las heces.
  • Mayor flexibilidad a la hora de adaptar la dieta a las necesidades específicas de cada animal, en función de su sexo, talla, edad, raza o patologías.
  • Desaparición casi total del riesgo de padecer cierto tipo de alergias alimentarias derivadas de los aditivos empleados en los piensos comerciales.

Inconvenientes de la dieta natural frente al pienso comercial:

  • Un alimento cocinado (como el pienso durante sus procesos de fabricación) resulta estéril y libre pues de bacterias y similares. En el caso de la dieta natural es necesario que la fuente de los alimentos elegidos es de procedencia fiable, y aun así los alimentos se pueden hervir a la hora de preparar la ración natural para eliminar posibles riesgos, opción preferida por algunos.
  • El pienso resulta normalmente mucho más barato que los alimentos requeridos en una dieta basa en la alimentación natural, incluso en el caso de piensos premium de alta calidad, que son desde luego los que recomendaríamos como mínimo.
  • La dieta natural requiere una mayor dedicación al ser necesario prepararla a diario, cada dos días o cada semana. Con el ritmo de vida actual, muchas veces no tenemos tiempo a diario ni siquiera para cuidar apropiadamente nuestra alimentación, con que puede resultar muy difícil encontrar el tiempo para la de nuestros animales. Una posible y efectiva solución para salvar esta dificultad es recurrir a productos naturales ya preparados, que no son además por lo general más caros que la dieta casera.
  • Necesidad de mantener las raciones en condiciones de frescor y óptima conservación. Si se opta por elaborar las raciones para toda la semana, quince días o mes completo será necesario congelarlas en buenas condiciones y respetando la cadena de frío para no afectar a sus cualidades nutricionales lo que puede hacer necesario el disponer de un congelador dedicado. Si por número de perros o disponibilidad de tiempo no tenemos esa necesidad y podemos preparamos las raciones cada dos o tres días entonces se pueden conservar directamente en la nevera.
  • En algunos casos puede ser necesario añadir a la dieta una serie de suplementos que no siempre son asequibles o fáciles de encontrar.

Otra ventaja que se le achacaba hasta hace poco (y se sigue haciendo, incluso entre algunos veterinarios) al pienso frente a la dieta natural era el mayor efecto abrasivo de éste sobre los dientes y su beneficio para la prevención del sarro. Sin embargo varios estudios recientes han demostrado que en realidad no es cierto: los perros tienen una dentadura afilada y no plana diseñada para morder, desgarrar y masticar carne cruda, de modo que cuando un perro come pienso o bien se lo traga o bien lo destroza de forma que no llega a las partes inferiores del diente o a la encía, que es donde comienzan los problemas dentales. De hecho, el pienso puede contribuir a la aparición de problemas dentales cuando los restos destrozados se acomodan entre los dientes impulsando el crecimiento bacteriano.

Finalmente, en lo que respecta al adecuado desgaste de las piezas dentales, en el caso de la alimentación natural es necesario suplir este inconveniente añadiendo complementos a la dieta natural en la forma de huesos crudos (nunca cocinados) no quebradizos tales como rótula de vaca.

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